Cafetería ING DIRECT, en Filadelfia, Pensilvania, EEUU.
Esto no es una obra de foto-ficción. Les aseguro que es una fotografía tan real como la vida misma. La tomé en Filadelfia, cuando mis ojos vieron la misma imagen que ustedes están viendo ahora: una cafetería llamada ING DIRECT con su leoncito y todo. No entré, porque cogí miedo (y no, precisamente, al león).
Según mis últimas noticias, también esta entidad ha comenzado a vender cafés expresos y americanos en Canadá. Así que más vale estar preparados para cuando nos toque el turno.
Como pronto nos llegará la moda, sugiero a nuestras queridas, honradas, sólidas, macizas y preciosas entidades bancarias que vayan buscando nombres y rótulos adaptados a nuestra floreciente economía (floreciente gracias a sus amorosos cuidados financieros, naturalmente).
En agradecimiento a lo bien que me han tratado siempre y a lo poco que me han estafado, les brindo algunas ideas gratis: "Heladería Bilbao Vizcaya", "Bodegón Santander", "Guachinche Banca March", "Chiringuito Bankia", "Perritos calientes Caixa Banco", "Churrería Banca Cívica",...
Tengo pensado acudir, únicamente, a las sucursales donde me atiendan los directores, con el fin de escucharles contar su sempiterna milonga –es decir, que ellos son bancarios y no banqueros–, mientras tratan de convencerme para que me suscriba a una ración de mejillones podridos. Prometo oírles con atención, mientras bebo el café a sorbitos y sostengo, delicadamente, un donut rodeando mi dedo corazón.